Una interrogante ha llegado para cuestionarnos nuestras vidas en la actualidad: ¿qué ha cambiado nuestro ritmo de vida? ¿Es el avance constante y vertiginoso de la tecnología o son las personas las que buscan resolver sus necesidades de un modo inmediato y mucho más rápido?
Lo que nadie puede negar es que la gente va por la vida cada vez de manera más acelerada. Y esto ha influenciado también el modo en que se compra también. Hablamos de los turboconsumidores.
Este término fue acuñado por Gilles Lipovetsky, filósofo y sociólogo francés, para describir a quien considera el tiempo como un factor fundamental en la organización de su vida diaria.
No conforme con esto, es además la persona que vive en una compulsión por realizar todas sus actividades a contrarreloj. Cada vez de modo más rápido, y que lo lleva a un agobio constante.
Factor rapidez vs. Factor humano
Uno de los tantos ejemplos de cómo los consumidores nos hemos ido convirtiendo en turboconsumidores está en las estadísticas sobre los hábitos de consumo del cliente digital. Ya no estamos dispuestos a esperar más de unos cuantos segundos para la carga de un market place.
Gastar dinero que no tenemos en cosas que no necesitamos proyectando un estatus idealizado aspiracional pero irreal, nos hace vivir superficialmente una aparente libertad que puede llevarnos a perder el rastro del momento presente.
Comercializar el tiempo es el objetivo. Con centros comerciales o tiendas que abran domingos y todo el año las 24 horas. En calles o lugares de paso como estaciones de buses, tren, y aeropuertos. El máximo consumo posible en el menor tiempo disponible en un continuo espacio-tiempo comercial.
Al llevar una vida apresurada, estamos más cerca a lo fugaz y superficial. Y es posible que perdamos la conciencia del presente. Por estar como sonámbulos dirigidos externamente y alienados a cosas que ni hemos terminado de elegir.
De acuerdo con Lipovetsky en el consumismo moderno, no solo la ansiedad y el desencanto son los efectos tóxicos más visibles. También está el infantilismo por pensar que comprar un producto es en sí atrapar un momento de satisfacción.
El turboconsumidor de Lipovetsky, u homo consumericus como es su nombre técnico, compensa sus fracasos profesionales y sus frustraciones afectivas adquiriendo productos utilitarios que curiosamente le satisfacen más que productos con sentido.
En el campo ecommerce y retail
El ascenso del turboconsumidor ha impactado de gran manera en el campo del retail y el e-commerce. Así mismo en la conducta de los compradores. Y es que el desarrollo de una tecnología para un proceso de compra mucho más rápido es ya una realidad palpable y hasta cotidiana.
No solo eso, sino que tenemos acceso a una tecnología que permite realizar esto y hacer a la vez otras cosas. La expansión del m-commerce, pagos cashless, o el internet de las cosas, son algunos de los factores que permiten esta característica multifuncional.
Agencias y marcas deberán responder al ritmo de las necesidades de los clientes. Un proceso para adaptarse a los nuevos tiempos en los que también importa incluir en la misma línea al marketing BTL y al retail
¿Estás a la misma velocidad que tus clientes?